
Como era de esperar, el análisis de las elaboraciones políticas al uso se sigue contemplando en las estructuras consolidadas al cobijo de un relato épico con K, bajo un prisma con mayúscula, como el pabellón de Ezeiza que alberga a los mártires de La Resistransa (que consolidó ayer su Santa Trinidad Persecucionista al vítor, hugo y morales de Heil Hebe, Heil Milagro, Heil CFKiller), al igual que su Lazarillo de Baezforme, testaferro cerril y western, resiliente y surreal, su own Klu Klux Klown.
En un recitativo sacro non-stop el kirchnerismo asimiló para sí hazañas escalares tales como el neoindependentismo sudamericano, el desendeudamiento del Imperio, la liberación del yugo de los medios concentrados, la defensa irrestricta de los que menos tienen para enmascarar la adscripción a regímenes teócratas, aventuras populistas, alianzas terroristas para consolidar la distribución de la riqueza…entre sus funcionarios y socios.
Esa política de medios vivió (“reinó” -como le gustaría a C.F.Killer Argentina-) doce años como un “lopezrreguismo sin balas”, una Triple K: Sustitución de Impostaciones, Pacificación Asimétrica y Terrorismo de Estadio.
Sin embargo, la ruptura del paradigma de la comunicación política está ocurriendo aquí y ahora, y el conflicto entre el presidente Macri y Tinelli es un emergente de aquélla. En el doble bajo fondo de la puja de poder por la AFA, la Superliga, la supremacía sobre la opinión pública, y en temporada de Kirchnermon Go, un conflicto radical contextualiza el accionar de tirios que no son tirios y troyanos que no son (tan) troyanos. Y es que entre el tele-establishment (que representa Tinelli desde Indalo Media, propiedad de Cristobal López) y la gestión de la cosa pública (que encarna Macri desde el sillon rivadaviano) existe una tensión metodológica y conceptual. La base horizontal y segmentacionista de la construcción comunicacional del macrismo (que deja en un segundo plano las articulaciones de los medios tradicionales aunque acercándole las propias inflexiones de su discurso) versus la égida verticalista del entretenimiento que había apostado todas sus fichas a la continuidad de un modelo político populista (y ya sabemos lo que hizo Cristobal López con las fichas) en que la casuística del mesianismo cut & paste había articulado su Ideología entre gatos y medianoche, en cualesquiera noche de las narices freaks donde el inevitable conflicto con la verdad se había desatado temprano, y la noche resultó tan larga que hasta la mesa ratona quedo paranoica.
Ahora, ¿es inteligente Tinelli? Evidentemente no llegó adonde está ejerciendo el arte de la pelotudez (aunque muchos serán predicantes discrepantes) pero sin dudas no es sutil y persiste en retratar al presidente como un enemigo del pueblo, del cual El sería de la Iglesia Catódica su ombudsman?
Oliendo sangre, Santiago del Moro dió un paso más allá y llamó “extorsionador” al Big Giant Head de Bolívar (origen que era funcional al relato). Alguien le habrá apuntado al blondo conductor que a Intratables se lo llama “el programa de los encargados de consorcio”, por quien sería su inequívoco mecenas (VSM)? Tinelli pasó de ser un voraz empresario que durante el menemismo pretendió registrar las unineuronales canciones pegadizas de sus videomatchers bajo el nombre Toto (cual le fue negado por Sadaic), hasta tener custodia de la ex SIDE durante la heroica gesta kirchnerista sin mencionar su sociedad con López, propietario de medios que adquirió presuntamente para la ex presidente con métodos gangsteriles. Y Troll Night Long, la discusión por la supuesta acción sistemática de famélicas hordas cibernéticas al mando del gobierno, mejor destino hallaría en el disenso acerca de si eran treinta mil u ocho mil tuiteros (y que luego suenen las campanas del desagravio, las marchas de los petitorios online, su ruta 66).
Aún más: la idea del swapface (de Snapchat) entre Macri y Tinelli, acaso tiene un trasfondo que no habría sido adecuadamente advertido. Tal vez Macri en él, sin palabras, le aclara a ese conductor que es menos de carrito de golf que detractor: “ponéte en mi lugar; conduzco los destinos de una nación devastada por la corrupción: corrupción que es un crimen de lesa democracia; mis necesidades exceden las veleidades del rating: me están observando todos los días más de cuarenta millones de personas, Marcelo…, cuyas vidas debo transformar aquí y ahora, y para siempre”.